Hace ya casi un siglo, sentido al menos, que no participo en el Relato de los jueves pero al leer ayer el tema que nos propone la maravillosa Campirela en seguida me vino a la memoria alguna experiencia de la infancia y no me he podido resistir de participar, muy contenta además de unirme. Toda la información sobre el tema la podréis leer en su blog.
Como de costumbre me he limitado en las dimensiones al reglamento; me encanta destilar recuerdos hasta conseguir ese licor «350Palabras».
La lista con todos los enlaces a los relatos participantes la encontraréis pinchando aquí.
¡Felices Reyes Magos!
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Baltasar
Era una monilla de feria cuando lo vi por primera vez, justo al salir de la casa de la vecina. Me habían llevado allí porque les hacía mucha gracia escucharme hablar en lengua de trapo. “Pompolones” o “supitorio” eran palabras que siempre despertaban las carcajadas, luego me regalaban chucherías y yo, que apenas tenía dientes, tan contenta. Allí estaba mi Rey en la puerta, larguirucho, con una capa con apliques plateados y un turbante. Se presentó como Baltarsar y llevaba un cubo de cinc en la mano. Se agachó para regalarme una mandarina, era el hijo de la vecina; lo reconocí al mirarle a sus ojos sonrientes, enmarcados en aquella cara extrañamente sonriente y churretosa. Entonces ya supe del teatro de los Magos de Oriente. Por eso no fue ningún trauma para mí cuando mis padres nos dijeron que eran ellos sus «Divinas Majestades» y que no podían satisfacer todos nuestros deseos porque la economía no daba para tantos extras; que eramos como todos los niños, ni malos, ni buenos. Mis padres prefirieron ser honestos y evitarnos desilusiones, también, para nuestra corta edad, semejantes dudas existenciales.
Sin embargo, un año ocurrió algo que aún hoy me parece verdaderamente maravilloso. Llegó la noche del cinco de enero y a la vuelta de la Cabalgata de los Reyes todos nos fuimos contentos a dormir. Mi cama estaba justo enfrente de la puerta que daba al salón, abierta, justo enfrente también del lugar en el mueble donde mis padres habían escondido los regalos. Me desperté en mitad de la noche y todo estaba oscuro y silencioso. De pronto escuché dos tiros con chispas de petardo, inmediatamente salté de la cama corriendo en busca de la pistola que recibiría mi hermano, ¡alguien la habría cogido! Tardé nada, veloz abrí la puerta del mueble pero allí estaba todo, también el arma, ¡nadie la había tocado! Tampoco el trozo de carbón dulce que a mí me había echado Baltasar. Comprendí entonces que los Reyes Magos sí existen. Con el corazón lleno de asombro y de magia volví a la cama y al mundo de los sueños.
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Gracias, por sumarte a esta carta para los Reyes Magos, ya sabemos que ellos eran nuestros padres, tíos y demás familia.
Y aunque ya sepamos que eran ellos, yo creo que en el fondo de nuestro corazón nos queda una pequeña duda, que algo hay esa noche … magia, ilusión, fe. Pero que bonito es sentirla.
Un besote, muy Feliz ño nuevo.
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Es un placer, Campirela, muchas gracias y ¡claro! estoy totalmente de acuerdo contigo; no es que crea en el fondo de mi corazón en la magia de ese día de los Reyes Magos, para mí, ya lo he dicho, es una realidad. A pesar de saber quienes eran los que nos regalaban, sin embargo, ahí estuvo lo inexplicable, lo maravilloso aquella noche. Feliz año nuevo para ti también, hermosa, un abrazo enorme.
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Tu hace un siglo que no participas y yo es mi primera vez y lo estoy disfrutando, voy de una historia a otra y a cuál más linda, que bonito recuperar los recuerdos, la niñez y la magia. Un abrazo
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No soy anónimo, me llamo Ester pero sin h jeje
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Hola Ester, tocaya;))) muchas gracias por pasarte, sí, han sido un montón de historias lindas, interesantes, y también poemas, los dos que leí me gustaron mucho, el tuyo muy hermoso, esa ventana abierta a lo mejor que se le puede desear a unas hijas, todavía lo recuerdo. Abrazos
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Me alegra que retomaras Esther, espero continúes. Gracias por compartir estás evocaciones que tanta dulzura de infancia traen a nuestras canas y nuestras urgencias cotidianas. Un abrazo
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Gracias Mónica, a ver si este año puedo participar en mas ocasiones, me encantaría. Besos
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Qué preciosidad Esther. Un relato emotivo sobre la anhelada noche de Reyes. Por más que intentábamos aguantar despiertos, el sueño siempre vencía. Un abrazo
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Qué lindo que te haya gustado, Nuria, mil gracias por pasarte y comentar. Besos
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Estupendo relato. Estoy segura que algo de magia tenían aquellas noches de la infancia.
Un abrazo
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Muy agradecida por tus palabras, Lady, y sí, claro, por tu relato sé que aquellas noches fueron sin duda, mágicas. Abrazos
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Con tu recuerdo, recordé la primera vez que hice un tremendo esfuerzo para no dormir y esperarlos, ahí estaban mis padres con el carrito para bebe que había pedido.
De todos modos que lindo es esperarlos.
Un abrazo,
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Soy Cecy
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Hola Cecy, gracias por pasarte por aquí, te leo ahora y después de que han pasado los días recuerdo las calles de Buenos Aires, veraniegas, y de Reyes, …tu nombre me transportan de nuevo a tu relato. Abrazos
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Hola, qué gran magia dejó esa noche los Reyes, cuando la pistola siguió en su sitio aunque parecía que había sido detonada, muy bonito. (Y sigue participando en los jueves, queremos leerte).
Un abrazo. :)
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Ay!!!! Merchest, muchas gracias por tus ánimos, siempre que el tiempo y el tema me lo permita participaré, es bonito compartir tema y escritos. Qué lindo que te haya gustado. Muy agradecida de verdad por tus palabras. Un abrazo grande!
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Ay! Esos torpes y ruidosos reyes magos! Pero los queremos igual! Je je! Un abrazote!
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Además los queremos un montón, verdad? Gracias por pasarte. Abrazos!
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Existen claro que existen y aquí estás tú para testificarlo. Precioso relato, besos.
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Jejeje que sí, que los he visto en la Cabalgata :)))) Mil gracias, que lindo que te gustara. Abrazos!
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Recuerdo que mis tías y mis padres, las vecinas…siempre me pedían que le diera un beso porque yo no sabía dar besos. Yo acercaba mi boca a la megilla y hacía chasquear mi lengua dentro de la boca y todos se mondaban de risa porque yo no sabía dar besos…De esa manera también tenía mi vocabulario como por ejemplo «La fuente gominosa»…Mi casa también era humilde pero muy bien avenida donde los juguetes eran lo más maravilloso que nos podía suceder.
Un saludo de Buscador
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Qué tierno, eso de chasquear la lengua simulando un beso. Lo de no saber, recuerdo que a mí mi tío me engañaba con aquello de «pero si no sabes llorar …» y ya está, se acababan los pucheros. Muchas gracias, Buscador. Saludos cordiales.
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Yo nunca pillé a mis padres oficiando de reyes. Pero tu relato es muy inspirador y me recuerda la expectación de todas aquellas noches en vela…
Muy buena aportación al reto.
Enhorabuena.
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En realidad yo tampoco los pillé y como en realidad soy una persona muy racional, desde siempre, de ahí mi sorpresa. Dormían profundamente. Muchas gracias, Marco, me alegra que te gustara. Saludos
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Os vuelvo a animar a comentar alguno de mis relatos. Agradezco mucho vuestros comentarios anteriores.
Saludos cordiales.
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Ya nos estamos quitando años
Si hemos de ser subjetivos hace más de un siglo. Además las tres «alemanas» que solía leer desapareciste casi a la vez. Coincidencias.
Entusiasmo precioso relato echo en falta que no confiesan que al volver a la cama, en la cesta del carbón dulce faltaba un trocito😜
Besoss y felices reyes
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jejeje, eso ni hablar!, no me quito ni uno que cumplir años mola. Además, hace un siglo, Gabi, tal día como aquel, me encontraba bebiendo y recitando poemas con mi buen amigo Abd ar-Rahman V.. Y con respecto a la desaparición, esta granadina estuvo muy liada este año pasado, a ver si este año, Saturno no me devora … y con respecto al carbón, qué va!!! allí dejé todo como estaba pero a diez mantecados caseros, a la mañana siguiente, le faltaban la almendra de la decoración. Mi padre nos dijo que aquel año posiblemente los Reyes no se acercaran a nuestra casa en camello sino en ratones. Besos, Gabi, y muchas gracias por pasarte.
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Realmente un bella historia, siempre hay que creer y no perder las ilusiones, sin dudas esa noche los verdaderos reyes magos allí estuvieron. Feliz dia de reyes, saludos.
PATRICIA F.
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No sé cómo explicármelo pero verdaderamente me fui a la cama como en otra dimensión. Mil gracias, Patricia F y un abrazo enorme.
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De pequeña, yo también me sorprendía que el rey Baltasar siempre llevase el cuello de la capa manchado de negro. Pero ¿Cómo no habíamos de creer en los Reyes? Muy bonito.
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Soy Cristina, del Vici Solitari.
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Muchas gracias, Cristina, claro, hoy los niños tienen más suerte y Baltasar es Baltasar ;))) Abrazos
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Bonito relato, en mi caso también me lo dijeron, eran poco dados a mantener esa farsa.
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A mis padres es que no les quedó más remedio pero es que además tampoco es que fueran muy dados a rodearnos de escenarios fantásticos. Celebrábamos el espíritu navideño que era estar juntos, en familia, adornar el árbol, cantar villancicos, en fin, esas cosas … Saludos
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Ya me pasó el tiempo de creer en SS.MM., sin embargo, procuro mantener viva esa ilusión en mi nieta que tiene 4 años. Es bueno que la ilusión no se pierda. Reflejada en sus ojos, veo esa ilusión y me emociona y hago lo posible porque se perpetue en el tiempo.
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No soy anónimo, soy Pepe. Gracias por tu comentario en mi blog. Llevo participando en los jueves literarios desde 2007, pero motivos personales me tienen muy alejado de ellos desde hace ya cuatro años.
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No, mil agracias Pepe, a ti, por pararte por aquí y comentar, y de verdad, discúlpame el exceso de sinceridad; no siempre es bueno decir lo que uno piensa más sin conocer a la persona a la que nos dirigimos. En fin, que en realidad te entiendo perfectamente, y claro, una cosa no quita a la otra, tu nieta es una niña muy afortunada. Saludos Cordiales.
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Esther!!!! Qué bonito el cuento! A mí sí que me causó un trauma de los gordos saber (en realidad ya lo sabía pero no quería que me lo corroborasen) que los reyes eran sus majestades progenitores. Jodida y con un sentimiento de odio y traición. En fin… Que tu historia devuelve la sonrisa a la tradición. Un abrazo!!!!
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El caso es que no me sentí traicionada por mis padres; de verdad que apenas sabía hablar y en aquel vecino mi mente racional descubrió la patraña pero aquello no fue para mí motivo para luego creer en lo maravilloso. Besitos, Algodoncito, gracias por pasarte,
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