Me encantan las frutillas, claro que sí, nada tengo en contra de las fresas y para demostrarlo, y de paso celebrar la entrada de mayo, os comparto la traducción que hice hace algunos años de un poema de Paul Zech (1881-1946) conocido como «Erdbeermund» (Boca de fresa). El poeta dijo que se trataba de una versión libre de un poema del poeta francés Fraçois Villon (1431-1463). Pero a Zech no hay que hacerle mucho caso; sus biógrafos afirman que fue un gran embaucador y además, un tal poema de Villon, al parecer, no existe. Resulta muy interesante el hecho de que el mismo Villon fuera otro embustero pero bueno, éste no es el tema así que … mentiras a parte … El caso es que, y vuelvo al poema, no recuerdo de dónde lo saqué, me refiero a la fuente para traducirlo, solo que fue en el 2012, en una exposición sobre la vida y la obra de este poeta expresionista que lo escuché por primera vez. De aquella ocasión conservo el póster con la acuarela de Eddy Smith (1896 -1957).
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Paul ZechUNA BALADA ENAMORADA PARA UNA MUCHACHA LLAMADA YSSABEAU
Estoy loco por tu boca de fresa
ya me desgarré los pulmones
reclamando tu cuerpo blanco, hembra.
En el trébol, ahí mayo ha hecho una cama,
ahí florece un lindo pasatiempos
con tu cuerpo toda la noche.
Ahí, en el profundo valle quiero estar y ser
tu oración vespertina y también tu esposo del alba.
En el profundo valle de fresa, en el pelo negro,
ahí dormía algunas temporadas en verano
contigo, y dormía sí, pero nunca demasiado.
Ahora tengo un animal rojo en la sangre,
que me pone de nuevo valiente.
Ven aquí, que te enseño un lindo juego
en el valle oscuro, en el fondo de la caracola ...
¡Estoy loco por tu boca de fresa!
El mundo gris ya no me da alegrías,
entregué el verano más bello,
y a ti tampoco te trajo buena suerte;
sólo te has reservado si acaso la boca roja,
guardada para mí tan profunda en el pelo ...
toda la noche buscándola
en el valle del invierno, en el fondo de las cenizas ...
¡Estoy loco por tu boca de fresa!
En el valle del invierno, en las negras hiervas de fresa
ahí construyó la nieve su nido
y no pregunta dónde estará el amor.
Dice que sí sintió al animal rojo
profundamente al dormir contigo.
¡Ojalá se terminara ya el invierno
y fuera otra vez verde el fondo del prado!
... estoy loco por tu boca de fresa!
Tengo que reconocer que hace algunos años tanta lluvia me molestaba algo, más que la lluvia, que no, que la lluvia siempre me ha gustado, desde niña, porque la lluvia traía los charcos, las katiuscas, que eran botas de goma para chapotear y caminar por el barro y no, como en tiempos de nuestros abuelos, o como esta mañana en Ucrania, aunque hoy los llamen de otra manera, ¡qué sé yo!, lanzamisiles, lanzagranadas, máquinas para matar. En fin, que la lluvia traía entonces, como siguen trayendo hoy, los caracoles y aquel que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajarillos cantan, las nubes se levantan … ciertamente, en algún momento y sin que hayamos hecho corro para estirar, el Demonio con mayúscula, ese introyecto humano al que le hemos dado vida, ha pasado, pasa de todo y sigue pasando asiduamente o con intermitencia en forma de guerras, o en forma de 39 grados en Córdoba, y eso hoy 28 de abril, o en forma medio kilo de fresas en tarrina de plástico, con o sin pesticidas, da igual, igual de malas son viniendo de Doñana. Sí, ciertamente, antes me molestaba algo que no hiciese más que llover durante días y que las nubes nos llegaran algunas tardes hasta la altura de las orejas. Hace unos días, sin embargo, me levanté por la mañana y llovía, y sentí cierta alegría pensando en ese 80% de árboles enfermos, afectados por plagas a causa de la sequía que hemos sufrido en los últimos años por estos bosques. Llueve en abundancia por aquí y eso es muy bueno, se nota, hay muchos más pájaros, más insectos, mas caracoles, más barro, más charcos, más vida esta primavera. Es por eso es que no me extraña que por algún pueblo de Cataluña estén dando misas para pedir por la lluvia y que saquen a la calle en procesión los crucifijos para ver si les echan un cable a las nubes y las consiguen atraer para sus campos, digo que todo eso no me extraña, lo que sí que me parece raro es que saquen a la calle los santos y luego, lo digo en general, que conste, no me refiero exclusivamente a los catalanes, se rasguen las vestiduras por los cuatro santos niños que salen también a la calle y hacen ésta o aquella acción para protestar, sensibilizar a la población sobre este problema tan gordo y tan evidente como es el del cambio climático y el deterioro y destrucción de la Madre Naturaleza.
Pero qué tonterías ¿verdad? ¡fuera los blandengues, los decadentes, las Gretas sin garbo! y mano dura con todos ellos que no son más que cuatro pijos perroflautas, y que se dejen de contarnos bulos que cambios de clima ha habido siempre. Sí, claro, jejeje, dejemos pasar otra vez a Don Demonio: y lo que se nos viene ahora, ¡tontos!, es seguro otro periodo glacial.
En fin, que no, que la Naturaleza no se calla y responde a nuestra indiferencia no en la lengua rosa y blanca de las flores sino en algunos lugares con la lengua de la sequía y la muerte.
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Hilde Domin: Encomiéndate al árbol frutal
LINGÜÍSTICATienes que hablar con el árbol frutal.
Inventa un nueva lengua,
la lengua de las flores de cerezo,
palabras de flores de manzano,
palabras rosas y blancas,
que el viento
callado
se lleva lejos.
Encomiéndate al árbol frutal
cuando sufras alguna injusticia.
Aprende a callar
en la lengua
rosa y blanca.Hilde Domin: Rückehr der Schiffe (1962) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 83. Traducción propia.
NO TE CANSES
no te canses
sino al milagro
en voz baja
como a un pájaro
tenderle la mano
Hilde Domin: Hier (1964) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 142. Traducción propia.
Versos, las palabras, pueden ser dardos pero también bálsamo …
Siempre que puedo, los viernes por la mañana practico Qigong en la clase de mi amiga Gaby. La semana pasada , al final de la clase, en conversación, una de mis compañeras de práctica me hizo recordar unos versos de Hilde Domin que a mí tanto me gustan. Me puse a buscarlos y fue eso lo que hizo recordar en realidad lo que me movió hasta aquí. Hilde Domin, Else Lasker-Schüler, Nelly Sachs, Mascha Kaléko, Gertrud Kolmar, Rose Ausländer Ingeborg Bachmann … Todas ellas poetas alemanas que leí y que me gustan tanto que hace unos años traduje algunos de sus poemas. Vuelvo a aquellas traducciones, las reviso, las corrijo, seguro que no definitivamente, y me las traigo.
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Hilde Domin
CANCIONES PARA LEVANTAR EL ÁNIMO II
Durante mucho tiempo fuiste perseguido
por las murallas sin puertas de la ciudad.
Huyes y esparces
los nombres confusos de las cosas
tras de ti.
Confianza, ese dificilísimo
ABECedario.
Hago un signo pequeño
en el aire,
invisible,
donde empieza la nueva ciudad,
Jerusalén,
la dorada,
de (la) nada.
Hilde Domin: Lieder zur Ermutigung (1964) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 109. Traducción propia.
LÍRICA
la nopalabra
tensada
entre
palabra y palabra.
Hilde Domin: Hier (1964) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 113. Traducción propia.
Hilde Domin: ¿Pero qué es lo que nos ofrece la lírica sobre el suelo precario de donde emerge? ¿Esa extraña mezcla de ratio y excitación, el arte de la palabra y la nopalabra?
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La lírica es el arte de la libertad
EL PLUMAJE DEL LENGUAJE
Acariciar el plumaje del lenguaje
Palabras son pájaros
con ellas
echar a volar.
Hilde Domin: Hier (1964) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 132. Traducción propia.
Bueno ya va siendo hora que retome la actividad que me trajo hasta aquí, quise reforestar este bosque con traducciones de poemas que me dieron cobijo hace ya algunos años. Ya sé, trasladar poemas de un idioma a otro quizás no sea una buena idea; al hacerlo sus raíces quedan irremediablemente en el aire pero …
Dando voy pasos perdidos
por tierra, que todo es aire
Lope de Vega
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PAISAJE ANDANTETendríamos que poder irnos sí
pero ser como un árbol:
como si la raíz se quedara en el suelo,
como si el paisaje anduviera y nosotros nos quedásemos fijos.
Tendríamos que poder aguantar el aliento,
hasta que el viento amaine
y el aire extraño comience a girar alrededor,
hasta que el juego de luz y de sombras
de verde y de azul,
muestre los antiguos patrones
y nos sintamos como en casa
sea donde sea,
y nos podamos asentar y recostar,
como si fuera la tumba
de nuestra madre.Hilde Domin: Nur einer Rose als Stütze (1959) en Hilde Domin Sämtliche Gedichte, S. Fischer Verlag, Frankfurt am Main 2009, página 10. Traducción propia.
Hoy, en lugar de subir al bosque al otro lado del valle a correr como hago algunas tardes, me calcé las montañesas, me puse las gafas de sol y con una mochila y la cámara me fui a hacer el mismo recorrido que corro pero con la intención de dejarme caer, en lugar de por uno de los caminos que bajan a Ziegelhausen, por uno de los senderos que te llevan a la rivera del río Neckar y que desemboca en la carretera a Neckargemünd, justo al lado del supermercado. En fin, que me ido a hacer la compra pero como es algo que me aburre un montón y hoy me quedó libre la tarde pues me he ideado una caminata por el bosque pensando que no quiero perderme el despertar de las salamandras de fuego.
Hacía un día de sol espléndido, por suerte, debajo del forro polar y el chubasquero, llevaba una simple camiseta de manga corta, porque hacía calor y subiendo al final me sobraban todas las mangas. Naderías sino fuera porque hoy ha sido mi primer día de manga corta y me he sentido como cuando de niña, después del largo inverno, de abrigos y de saquitos gordos de lana, por fin llegaba mayo y te vestían de primavera, el vestidillo de florecillas, los brazos libres, ¡qué sensación tan estupenda!
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Al fondo Schlierbach y Ziegelhausen
Iba por uno de los senderos altos, de los menos transitados, cuando me he cruzado con una señora que se había descalzado e iba caminando a pelo por el camino, muy tranquilamente, como saboreando el camino. De pronto me han entrado a mi también muchas ganas de hacer lo mismo y así como ella me he descalzado y he seguido mi camino a paso de hormiga. La tierra y las hojas del camino se sentían todavía frías y en algunos tramos hasta bastante húmedas pero ha sido un placer sentir todo el vigor del suelo arcilloso y los árboles bajo las plantas de los pies. Brazos y pies desnudos, libre como el viento ¿que se puede pedir mas?
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El bosque
Así de esa guisa iba cuando inesperadamente he divisado a lo lejos, en la mitad del camino aposentado y solo, un cérvido. Al principio he querido creer que era una de esas piedras areniscas de color rojizo que tanto abundan por aquí y que con frecuencia se desprenden de las laderas y caen al camino pero, conforme me iba acercando, me daba cuenta que no, que era lo que en un principio había pensado, una criaturilla. Curiosamente, al escucharme y al verme acercarme, no se levantaba y salía corriendo como suele ocurrir en estos casos. La situación ha comenzado entonces a parecerme bastante extraña y, como no huía de mí, he pensado que el animalillo podría estar accidentado. Ya lo tenía delante de mis narices, a menos de un metro, y el pequeño corzo me ha ladrado un poquito pero de allí donde estaba no se ha movido. Confieso que me he puesto un poco nerviosa porque no sabía qué hacer pero desde luego lo que tenía bien claro era que no iba a seguir mi camino dejándolo allí aparentemente abandonado así que seguidamente he activado el móvil he hecho una llamada para pedir consejo y me informado por internet. La técnica también tiene su lado positivo.
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Roca arenisca
«¿Que te has encontrado un corzo bebé? Así actúas correctamente». Éste era más o menos el título del artículo que he encontrado en la red y, efectivamente, al igual que me recomendaba mi consejero, en el artículo indicaban guardar la calma y no acariciar ni tocar al corcino, cosa que instintivamente había hecho; al encontrarlo no me puse a acariciarle la cabecita, aunque ganas daban, pero el cabritillo me parecía tan frágil que preferí dejarlo tranquilo e informarme primero qué hacer con él. Y he hecho bien porque he leído que no deben de impregnarse de nuestro olor, de lo contrario, después, la madre podría rechazarlo. Me he fijado bien que no estuviese herido y me he retirado, como indicaban en el artículo, lejos de donde estaba para observarlo. Allí he estado un rato escondida, esperando a que viniese la madre pero la madre no aparecía. En el artículo también recomendaban que si la madre no venía a por él en un tiempo razonable que se debía de avisar a los guardas forestales para que viniesen a recogerlo porque el animalillo podía morirse de hambre.
Solo, en mitad del camino
Los corcinos normalmente vienen al mundo entre mayo y junio y siguen a su madre a partir de la cuarta semana de su nacimiento. Antes, los pequeños se quedan sentados durante una semana en prados cercanos al bosque, escondidos entre la hierba alta. Jabalíes, zorros y máquinas cortacesped son sus principales enemigos, no tienen otros depredadores. Sus madres vienen a amamantarlos diariamente aproximadamente unos 35 minutos. Parecerán las corzas algo desapegadas de sus crías pero nada más lejos; es la manera que tienen de no llamar la atención de sus enemigos. Todo eso que iba leyendo me parecía muy bien pero el pequeño que había encontrado ni estaba en el prado ni me parecía tan recién nacido así que, después de un rato de espera, he decido bajar corriendo al supermercado, hacer la compra, y en lugar de volver por la rivera del rio como tenía previsto subir otra vez hasta el bosque y controlar si la madre había vuelto a recoger a su cabritillo. De no ser así tenía que quedarme allí y avisar al guarda forestal.
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La hora de los pájaros
Era ya la hora de los pájaros cuando he vuelto al lugar donde dejé a la criaturilla pero, para mi alegría, ya no estaba allí; seguramente la madre lo vino a buscar. Me han venido entonces a la memoria unos versos que esta pasada semana un amigo me recordó y apreté la mano sobre un puñado de cristal vacío, … y dulce era la luz como el venado, sonriendo he seguido mi camino de sombras verdes y doradas. Al otro lado del valle el carro del sol caía, a mis espaldas, cada vez más cercanos, los truenos y la oscuridad. Llegando a las primeras casas ha comenzado a chispear y me ha venido de repente un intenso olor a heno, todo real …, muy feliz. ¡Gracias Pachamama!
Tres camelias algo escondidas, acurrucadas al abrigo de sus mismas hojas.
Es algo como maravilloso, así me resulta, sí, porque este año, después de… ¡qué se yo! tanto tiempo que ni recuerdo ya cuándo fue la última vez. El caso es que este abril, el arbusto de las camelias nos ha sorprendido con una hermosa flor y dos capullos que, en unos días, si las circunstancias y los cérvidos se lo permiten, se abrirán también como ésta primera, elegantes y muy flamencos, en un revuelo de pétalos…
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Camelia 1*2023
¿Han sentido alguna vez deseos de alojarse en una flor?
Siento cierta fascinación por la morfología de estas flores, por todas esas ramificaciones de venas que van dibujando y encarnando sus corolas, fascinación por su forma de ser, bellas, por esa forma de estar, tan suya, porque no piden nada. Fascinación por las huellas que van dejando en ellas los insectos y los días, vestigios de su vulnerabilidad y resistencia…
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Camelia 3*2023
Esta mañana un azucarillo me hablaba con palabras de Matisse, dulce, muy dulce, por todos sitios hay flores para el que las quiere ver…
Siento una veneración casi infantil cuando las veo, pesadas y profundas, las camelias, troncharse con pleitesía a la lluvia. Las observo y, en su intimidad, me parecen como templos naturales, guardianas en sus altares de fragancias y promesas, códigos sagrados en forma de estambres y pistilos, sacerdotisas del néctar, del color y de la vida…
No solo las florecillas han vuelto a bosques y prados, con ellas también comienza la temporada de los insectos. Los primeros en despertar a la primavera son los abejorros que por tener como una especie de abrigo peludo resisten hasta las heladas. Son resistentes a las bajas temperaturas pero no el hambre y por eso, unos cuantos días sin alimento puede significar el final de toda una población. Desde marzo hasta entrado noviembre se las pasan los pobres libando sin descanso de flor en flor. Estos bichitos volantes tan temidos por algunas personas; a mi hermano le picó uno de niño en las espalda mientras jugábamos en unas eras con nuestro primo Dami y corrió desde allí berreando sin parar hasta la casa de mis abuelos, aproximadamente un kilómetro, no se desgañitó de milagro, al primo, casi en sincronía, le picó otro, o fue, quizás, el mismo, mejor dicho, la misma, como las abejas solo los abejorros hembras disponen de aguijón. El caso es que estos cigarrones damas, además de ser el horror de los infantes, son importantes polinizadores de muchas plantas y frutas, que luego serán a su vez alimento de aves y otros animales, entre ellos, nosotros, los más bestias. Es por eso que, en lugar de quemar bosques, a los incendiarios por ánimo de lucro se les recomienda ayudar a estos velludos jornaleros del campo preservando además de los bosques, también las dehesas y las praderas con toda su riqueza floral. Muy recomendable también es no arrojar basura contaminante, ni arrasar y fumigar todo lo que verdeguea.
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Heidelberg–Ziegelhausen – Selva de Oden en abril
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Delphine Galou con el aria «Erbarme dich, mein Gott» de J.B. Bach
Hoy salí casi de noche, con el crepúsculo, al bosquecillo que hay detrás de la casa. Es un momento en el día en el que si me quedo en casa me anochece también hacia adentro y me quedo entonces por un rato, hasta que no me gana la noche, como el día, algo tocada. Pero si salgo afuera, a la naturaleza, me pasa como a los pájaros que aprovecho esos momentos de ocio, de sinsentido para revolotear y trinar como ellos pero a mi manera, sin que el ocaso me aflija. He bautizado esos momentos del día como la hora de los pájaros, la hora en la que o vuelas o enloqueces.
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El bosquecillo
Me gusta observar las plantas cuando cae la luz, ayer además aproveché para plantar algunos bulbos, algunos lirios y gladiolos, veremos a ver cómo germinan; creo que no los enterré demasiado y he leído hoy que si no se siembran profundos luego es posible que los tallos se cansen y se tronchen. En fin, no voy a ser agorera, yo los planté y regué, a ver si me sorprenden luego con algunas flores, y si no, pues ya lo sé para la próxima temporada. La actividad fue, en cualquier caso, muy relajante así que mereció la pena y la hora. Además, flores haberlas haylas, y si al campo lo dejas a su aíre, con el comienzo de la primavera la tierra ya te regala un sinfín de flores silvestres.
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Flores haberlas haylas
Estos días nevó, granizó, llovió salió el sol y se volvió a nublar, será por eso que, hacia el cielo, el bosquecillo está todavía algo pelado y desesperanzado. Otra cosa es su tierra, que está llena de anémonas y botones de oro, he observado que al caer la tarde se cierran formando formas y abrazos de lo más gracioso. Entre la hierba también han florecido violetas salvajes a las que la noche no les debe de impresionar mucho porque con la oscuridad no se cierran como las otras florecillas. Se han multiplicado también, para mi alegría, por todo el suelo con sus flores diminutas las fresas silvestres y en algún rinconcillo he descubierto una presumidilla de color malva, muy engallada también con la noche y sus estrellas.
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Aún no conozco el nombre.
La hora del amanecer es otra hora de esas acompañada felizmente por el despertar de los pájaros, aún no hay trajinar de insectos, o vuelve a ser otra vez la luz y la falta de claridad, así que tienen campo libre para sus gorjeos, esta mañana además con un fino baño de calabobos.
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Yo-Yo-Ma al chelo con «El canto de los pájaros» de Pablo Casals.